Cuando el Ayuntamiento lanzó a la agencia Herederos de Rowan el reto de contar Estella-Lizarra como cruce de caminos lo primero fue sumergirse en su reconocido patrimonio material: iglesias, conventos, palacios, Camino de Santiago… pero acabaron llegando hasta el menos conocido, el inmaterial, el Baile de la Era. Esas piezas al son de la gaita, tan diferentes entre sí y que acaban formando un todo. Ritmos distintos que, juntos, forman una danza. Social y circular. Personas distintas, aficiones distintas, experiencias distintas que confluyen y que construyen Estella-Lizarra como destino.
La pieza creada tiene cinco historias —el poder de las historias—, y un epílogo.